"Quizás en un mundo de comunicación e información sea necesario decir las cosas de otra forma, para llegar donde hay que llegar: a la conciencia del lector". José Saramago
La hora de los charlatanes
Jean Baudrillard afirma:
a) La realidad real no existe
b) Ha sido reemplazada por la realidad virtual (creada por imágenes de la publicidad y por los grandes medios audiovisuales)
- La información es un material que cumple función opuesta a la de informarnos sobre lo que ocurre en nuestro derredor.
- La información suplanta y vuelve inútil el mundo real de los hechos y las acciones objetivas (ofrece versiones clónicas).
- La información llega a nosotros a través de la TV, seleccionadas y adobadas por los profesionales de los media, quienes hacen las veces de lo que antes se conocía como realidad histórica (conocimiento objetivo del desenvolvimiento del mundo).
- Las ocurrencias del mundo no pueden ser objetivas:
a) Nacen socavadas en su verdad y su consistencia ontológica
b) Son las únicas admisibles y comprensibles para una humanidad domesticada por la fantasía mediática, dentro de la cual nacemos, vivimos y morimos
c) Las ‘noticias’ de la TV, además de abolir la historia, aniquilan el tiempo. Matan toda perspectiva sobre lo que ocurre
d) Son simultáneas con los sucesos sobre los que supuestamente informan
e) Vivimos la era de los simulacros
(El lenguaje de la pasión, Mario Vargas Llosa, Peisa 2001)
Caca de elefante
(Refutación a Baudrillard)
“Que vivimos en una época de grandes representaciones que nos dificultan la comprensión del mundo real, me parece una verdad como un templo. ¿Pero no es acaso evidente que nadie ha contribuido en enturbiar nuestro entendimiento de lo que de veras está pasando en el mundo, ni siquiera las supercherías mediáticas, como ciertas teorías intelectuales que (…) pretenden incrustar el fuego especulativo y los sueños de la ficción en la vida?”.
Baudrillard afirmó: “El escándalo, en nuestros días, no consiste en atentar contra los valores morales, sino contra el principio de realidad”.
“Suscribo esta afirmación con puntos y comas. Me da la impresión de una involuntaria y feroz autocrítica de quien (…) invierte su astucia dialéctica y los poderes persuasivos de su inteligencia en probarnos que el desarrollo de la tecnología audiovisual y la revolución de las comunicaciones en nuestros días han abolido la facultad humana de discernir entre la verdad-la mentira, la historia-la ficción, y hecho de nosotros los bípedos de carne y hueso extraviados en el laberinto mediático de nuestro tiempo, meros fantasmas automáticos, piezas de mecano privados de libertad y conocimiento y condenados a extinguirnos sin haber siquiera vivido”.
“… en el caso de la pintura es el sistema el que está podrido hasta los tuétanos, y muchas veces los artistas más dotados no encuentran el camino del público por ser insobornables o simplemente ineptos para lidiar con la jungla deshonesta donde se deciden los éxitos y fracasos artísticos”.
(El lenguaje de la pasión, Mario Vargas Llosa, Peisa 2001)
Nuevas inquisiciones
“Los virus del sensacionalismo impregnan ahora toda la atmósfera que respiran los diarios británicos, y no siquiera los que pasan por sobrios y serios –The Times, The Daily Telegraph, The Independent, The Guardian– están inmunizados contra ellos”
“Y es así porque la demanda por ese producto es universal e irresistible. El órgano de información que se abstuviese de modo sistemático de suministrarlo a sus lectores se condenaría a la bancarrota”.
“No se trata de un problema, porque los problemas tienen solución y este no lo tiene. Es una realidad de nuestro tiempo ante la cual no hay escapatoria”.
“El periodismo escandaloso, amarillo, es un perverso hijastro de la cultura de la libertad. No se le puede suprimir sin infligir a esta una herida acaso mortal”.
“La raíz del fenómeno está en la banalización lúdica de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse, entretenerse, por encima de otra forma de conocimiento o quehacer”.
“La prensa sensacionalista no corrompe a nadie, nace corrompida, vástago de una cultura que, en vez de rechazar las groseras intromisiones en la vida privada de las gentes, las reclama porque ese pasatiempo, olfatear la mugre ajena, hace más llevadera la jornada del puntual empleado, del aburrido profesional y la cansada ama de casa”.
“La frivolidad es la reina y señora de la civilización posmoderna”.
(El lenguaje de la pasión, Mario Vargas Llosa, Peisa 2001)
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La responsabilidad del escritor
“Creo que la responsabilidad del escritor se ciñe a dos palabras: imaginación y lenguaje. Y que la contribución a la imaginación y al lenguaje es la contribución social del escritor. Porque una sociedad sin imaginación y sin lenguaje cae muy pronto presa de las tiranías. Lo primero que atacan Hitler o Stalin son los escritores: los encarcelan, los matan, los exilian… Por algo será”.
– ¿Qué opinas del papel que están jugando los medios en América Latina?
– Pienso que toda forma de comunicación siempre puede ser mejor que lo que es.
a) Por un lado, hay un problema de contenidos (seguimos siendo más receptores que emisores). Estamos siempre reproduciendo, inclinándonos ante lo que nos mandan y no generamos noticias; ahí hay un trabajo tremendo por hacer.
b) Y siento que solemos ser mejores en las páginas editoriales que las de información. Eso me preocupa mucho. Lo básico es informar todos los días y saber definir qué es una noticia.
(Carlos Fuentes en entrevista con Martín Caparrós, Revista Poder 15-1-2002)
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"La autocensura existe porque los periodistas dependen económicamente de su medio"
Román Cendoya
Columnista de La Razón y tertuliano radiofónico
“No hay mayor prostitución que utilizar algo tan sagrado como es el papel prensa para convertirlo en arma terrorista”
“La libertad de prensa lo que tiene que ser es la libertad de empresa”
“El periodismo objetivo no existe. Lo que hay es periodistas honestos”
Por Elena de Regoyos
Periodista Digital
20/01/05
De tener una empresa de servicios se pasó al sector de la comunicación, sin haber estudiado periodismo. ¿Cómo fue este salto?
Es una evolución natural. Creé una empresa de comunicación y a partir de entonces y hasta hoy siempre me he vinculado a las empresas de comunicación y la consultoría de comunicación, que es lo que tengo y en lo que trabajo.
¿Ser empresario y periodista al mismo tiempo le supone un conflicto en algún caso?
Tengo absolutamente lobotomizado el cerebro. Por un lado está la parte de periodista, que se hace preguntas y se responde sobre la información, y por otro lado, guardarte la información que tienes como consultor de comunicación.
Se dice de usted que es una persona muy influyente en el Partido Popular, ¿está de acuerdo con esa descripción?
No, en absoluto. Una de las cosas que hacía mi agencia de publicidad en su día en el País Vasco era el diseño de las campañas electorales del Partido popular cuando nadie quería hacerlas.
¿De qué época está hablando?
Empecé a hacer la de Gregorio Ordóñez. La primera que hice fue la de las municipales de 1987, para AP. Ya nadie les votaba, pero me parecía indignante que un partido político no tuviera quien le hiciera las campañas electorales. En 1989, cuando se refunda el Partido Popular, empiezo a hacer las campañas electorales en el País Vasco, municipales, etc., continuamente. Era una forma de protestar contra la situación que se vivía en el País Vasco.
¿Esa es toda su relación con el PP?
He sido director de Comunicación en el ministerio de Agricultura con Loyola de Palacio, director de campaña y asesor de Mayor Oreja y del ministro Arias Salgado. Es decir, profesionalmente he trabajado mucho con el Partido popular. Efectivamente, cuando te dedicas a hacer mensajes, campaña y estrategia, pues acabas teniendo influencia, sí.
Es decir, sí que es influyente en el Partido popular.
No soy del PP, yo le doy opinión. Pero no estoy en el comité de nada. Lo que pasa es que se me tiene en consideración si digo algo, eso es verdad.
¿Le han ofrecido meterse más de lleno en la política?
No, realmente no. Nunca he ejercido política ni me he presentado a unas elecciones. Los periodistas no podemos militar en los partidos políticos. Creo que podemos realizar funciones con ellos, pero de carácter accesorio. Un partido político y un Gobierno te pueden nombrar director de Radio Nacional de España, y recuperas tu independencia el día que cesas. Pedro Piqueras es tan independiente como José Antonio Sentis.
Objetividad
¿Ocurre lo mismo cuando te contrata un periódico, que tienen igual, o más, ideología que un partido?
Obviamente, el periodismo objetivo no existe. Lo que hay es periodistas honestos. La objetividad, en cuanto depende de la actividad de un individuo es subjetividad. Si cinco compañeros vemos un atropello de una señora en la Castellana, cada uno daría la noticia con un matiz diferente.
¿Aceptar que la objetividad no existe no implica un cierto relajo a la hora de intentar aproximarse a ella?
Hasta en relatar como se abre una margarita en el campo, cada uno lo ve de una manera distinta. Yo hablo de honestidad a la hora de contar las cosas.
¿Está de acuerdo con que los medios de comunicación se atrincheren, cada vez más, en su ideología?
La libertad de prensa lo que tiene que ser es la libertad de empresa, es decir, tan sencillo como que sólo existe el periodista independiente puro el día que uno sea capaz de tener los recursos suficientes para editarse a sí mismo, producirse a sí mismo y, encima, no tener que incorporar publicidad.
¿Y eso sería factible?
No. Por eso, pero a partir de ahí lo que tenemos que hacer es ser honestos. Es decir, si yo estoy en la COPE, como estuve, y un día digo que los obispos no creen en Dios, como Gregorio Ordóñez decía, pues me echan. Y te vas, pero lo asumes.
¿El periodismo español actualmente es honesto?
Yo creo que sí. Los periodistas son honestos y las empresas también. Yo sé que El País sirve a quien sirve, la COPE sirve a quien sirve, El Mundo sirve a quien sirve y La Razón, pues también creo que sé a quién sirve.
Se puede servir a alguien con honestidad, pero si ese al que sirves no es honesto... ¿Sigue siendo todo honesto?
No, a mí me parece que el cierre del diario Egin es maravilloso y que los periodistas tendríamos que agradecer que se cerrara, porque para mí no hay mayor prostitución que utilizar algo tan sagrado como es el papel prensa para convertirlo en arma terrorista. No era un periódico, disfrazaban un periódico para utilizarlo como medio de dar instrucciones a los comandos terroristas.
Libro de estilo de El País
¿Qué le parece El País, como periódico?
Hace años le devolví al director su manual de estilo, cuando era un libro que yo había utilizado como manual de lo que era y lo que había que hacer en el periodismo. En mi experiencia profesional sufrí lo que hace El País, exigí una rectificación demostrada y no la hizo, y en lugar de ponerla como dice en su manual de estilo, no lo cumplió, así que se lo devolví.
¿De qué caso me está hablando?
De un caso concreto, cuando yo era director de comunicación del ministerio de Agricultura con Loyola de Palacio. El País publicó que se había organizado un concurso público para la venta de crucifijos en los despachos. Obviamente ni hubo concurso público ni nada de eso. Le exigí una rectificación, siguiendo el manual de estilo del periódico y, bueno, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Prisa, como empresa, tiene derecho a hacer eso. Ahora, los demás tenemos derecho a contarlo.
¿Y contarlo de qué sirve?
Nuestra función es contarlo, si se consigue algo o no está en la libertad del lector. A los lectores de El País, militantes de la lectura de El País, les importa un carajo. La visión que yo tengo es mucho más libre y empresarial que eso. A mí me han echado de casi todas partes y nunca he protestado. A veces le eres útil a la empresa para la que trabajas y en otros casos dejas de serlo, eso es así y hay que aceptarlo.
¿Los medios españoles respetan la libertad de expresión?
A mí nunca me han dicho lo que tengo que decir ni me han censurado en lo que he dicho. Pero me han echado. Digo lo que pienso y asumo la responsabilidad. Eso es la libertad de expresión. Yo creo que la gente se autocensura mucho más de lo que es necesario. También es verdad que compatibilizar una actividad empresarial con el periodismo, y tener una independencia económica, te da mucha libertad. A mí me da enorme tranquilidad saber que si mañana me echan de los medios en los que estoy, mi ritmo de vida no se altera. Eso es lo que más libertad te da.
¿Qué opina de las críticas que se le hacen a La Razón, referidas a su extremismo y sensacionalismo?
El que piense que La Razón es extremista, igual él es el extremista. El que piense que es sensacionalista, pues es gente que con lo cotidiano se escandaliza. Todo depende de los niveles de sensibilidad de cada uno.
¿Cómo define usted La Razón?
Un periódico entretenido, ágil, fresco y muy plural. La lista de colaboradores de más amplio espectro de España lo tiene el diario la Razón.
¿Está de acuerdo con que la prensa de papel está en crisis?
Pues claro. Primero está buscando un nuevo rol. Tú antes llegabas al quiosco y te enterabas con la primera plana de cualquier noticia. Hoy nunca llegas al quiosco y te enteras de una nueva noticia. Te enteras por internet, por la gente o por la radio. Y luego, no se quiere pagar un periódico por lo que vas a leer en el metro en 20 minutos cuando tienes los gratuitos, o lo puede ver en Internet o se lo pueden contar por la radio.
¿Cuál es la solución? ¿O es una crisis sin solución?
La reconversión. Hay que adaptarse a los tiempo.
¿Cómo se debe adaptar a estos tiempos?
Siguiendo en la calle y buscando cosas que interesan a la gente.
¿Se sabe lo que interesa a la gente?
Hay que ser útil. La gente necesita información más corta. El columnismo tiene que ser de otra manera. Es decir, que si haces noticias cortas lo que tienes que tener es una agenda amplísima de gente, que pueden ser desconocidos para el común de los mortales, que puede dar una opinión de cinco líneas. Lo que pasa es que las firmas todavía venden más que la opinión verdadera.
Vivir amenazado
¿Para los columnistas, hay feedback con los ciudadanos?
Claro, positivo y negativo. Desde los que están muy a favor hasta los que te amenazan de muerte, pero qué le vemos a hacer. A mí, los jueves en el Gara me valoran mis columnas.
¿Siempre? ¿Cómo?
Prácticamente siempre. Hay un resumen de prensa de Mayte Soroa, que es un pseudónimo, y cada miércoles que escribo sobre el tema vasco, el jueves está comentado.
¿Qué comentan?
Pues barbaridades. Te llaman amanuense. Cuando uno tiene una opinión política, la gente piensa que escribes al dictado: “ha cubierto su cuota de lo que le pagan...”. No, perdón, a mí me pagan por mi trabajo y yo digo lo que creo que tengo que decir. Y ya está. El problema es que hay gente que debe de vivir de lo que le pagan para que diga cosas, y cree el ladrón que son todos de su condición. Pero no me afecta, ni a favor ni en contra. Está ahí y hay que tomárselo con mucha calma.
No debe de ser fácil mantener la calma estando amenazado.
No, pero a mí lo que me produce enorme incomodidad es tener que vivir con medidas de protección. Lo que más me gustaría es no tenerlas.
¿Desde cuándo las tiene?
Depende, he pasado por todo tipo de estadios. Cuando vivía en San Sebastián la tenía. Me vine a Madrid y viví libremente y una nueva situación ante ETA me obliga a tener medidas, que son de un tipo en Madrid y protección absoluta, con coches, escoltes, etc. En el País Vasco. En el País Vasco vivo absolutamente blindado y protegido. Lamentablemente no puedo vivir de otra manera.
¿Va habitualmente al País Vasco?
No, cada vez menos.
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"La ficción y la historia no son alérgicas la una a la otra sino que, en ciertos casos, pueden fundirse en la realidad como una pareja de amantes en su lecho de amor". Mario Vargas Llosa
«En información internacional no hay un solo medio español que dé la talla»
Florentino Portero
Profesor de la UNED y analista del Grupo de Estudios Estratégicos
«Alguien tiene que hacer el proceso de análisis de la realidad y dárnoslo condensado, masticadito, con la digestión ya hecha»
«Se nos va el tiempo leyendo, pero al cabo de 20 horas hemos aprendido muy poco. ¿Por qué?, porque son datos que no siempre sabemos interpretarlos»
Por Arturo Díaz
Periodista Digital
31/01/05
Florencio Portero critica sin tapujos la manera de informar sobre la actualidad internacional de los medios españoles. Con gran seguridad, Portero no rehúye las preguntas comprometidas desde su experiencia como uno de los expertos del Grupo de Estudios Estratégicos, auténtico think tank de análisis de la actualidad internacional. El historiador y profesor de la UNED añora la época en la que los "corresponsales de guerra experimentados informaban de los conflictos enmarcándolos en su contexto", con todo el color y los matices necesarios para interpretarlos. Portero asegura que para conocer lo que pasa en el mundo hay que salir de España y acudir a los medios extranjeros.
¿La información internacional que ofrecen los medios españoles le parece suficiente... falla en algo? ¿Están informados los españoles sobre lo que ocurre en el mundo?
Es una pregunta difícil de contestar. Informar bien es sencillamente imposible. La realidad es tan densa, tan compleja, con tantos componentes, que ninguna persona, por muy buena formación que tenga, por mucha voluntad que le ponga, puede hacerlo realmente bien. La información en España no es desde luego la mejor del mundo. Dista mucho de la que se da en algunos países que tienen más experiencia.
Los mayores déficits de los periodistas españoles son: en primer lugar, la falta de conocimiento histórico, que hace que se fijen en temas muy puntuales, muy concretos, pero que no sean capaces de enmarcarlos correctamente y de entender todo lo que hay detrás.
En cuanto a las empresas…La calidad de información depende hoy de la no voluntad de las empresas más que de los déficits profesionales de los periodistas. En España, las empresas periodísticas actúan interpretando la demanda de la que viven y quieren proporcionar a sus lectores o espectadores aquello que esperan. Me parece que la distorsión viene fundamentalmente del mundo de las empresas, y es verdad que uno sabe exactamente y con anticipación lo que va a decir un canal u otro, o cada periódico. Esto no es una buena noticia.
El columnista de El País Miguel Ángel Bastenier dice que es normal que los medios españoles presten más atención a un accidente de tren con heridos graves en Francia que a un golpe de Estado en Chad, por ejemplo… ¿Por qué se presta tan poca atención a la actualidad internacional de ciertas zonas?
La selección de la información depende de la evaluación que hacen del ciudadano y de la identidad que el ciudadano tiene de sí mismo. Si un español se considera fundamentalmente español y un poquito europeo y poco más, como era en 1950, es normal que cualquier cosa menor en Tarragona tuviera más importancia que una guerra civil en el centro de África. Poco a poco el español ha ido haciéndose más y más europeo compensando, quizás, la pérdida de identidad española.
El europeo, con la excepción de los ingleses suele ser profundamente provinciano, es decir, que el planeta nos sigue pareciendo muy grande, y nosotros queremos acotar la realidad en nuestro territorio, Europa. Rehuímos conocer la realidad de más allá por la sencilla razón que pensamos que saber mucho puede llevar a involucrarnos en temas que sólo nos traigan desgracias. Hay un acto de cobardía, de autoprotección en ello.
¿Qué medio de comunicación recomendaría usted a una persona que sí quiera enterarse de lo que ocurre fuera?
Si un español quiere conocer lo que pasa en el mundo, debe acudir a la prensa internacional. No hay un solo medio español que dé la talla, ni siquiera por aproximación. También es cierto que en Europa hemos ido hacia atrás; ahora hay menos medios de los que había antes.
Casi con exclusividad, Financial Times es el único periódico realmente importante en el mundo, que sigue lo que ocurre en todas partes. Los medios europeos van perdiendo peso e interés en el mundo, por razones que a mí se me escapan.
Si una empresa española decide hacer una buena información internacional, ¿encontraría los medios y los periodistas para realizar esa cobertura?
Los periodistas como todas las personas, son entes dinámicos. Al principio, ese medio encontraría dificultades para encontrar a la gente idónea, pero esa plantilla se iría formando poco a poco, si se les da tiempo para preparar cada reportaje, es decir, si tienen tiempo para preparar antes y después su información, y si se les incentiva el aspecto informativo y menos el de opinión, si se sienten más libres y profesionales.
Crear una buena cadena de televisión, como la BBC de los buenos tiempos, no se improvisó; tardó tiempo, pero al final fue algo realmente espectacular, un hito en la historia de la información. Ese hito costó levantarlo y está costando destrozarlo.
¿La información que ofrecen los periodistas de un conflicto internacional es capaz de cambiar su curso, o incluso de propiciarlo como ocurrió con la información que daba el imperio periodístico de Hearst sobre Cuba antes de la guerra de 1898?
Definitivamente sí, y cada vez más. Los medios de comunicación son cada vez más importantes. Es verdad que durante las campañas electorales los medios de comunicación no tienen la capacidad que ellos creen tener, pero sí tienen una enorme capacidad de influencia. Por una sencilla razón, que es que el mundo es más grande, es más complejo de entender. Ahora queremos saber sobre cosas de las que antes ni nos molestábamos.
Como no tenemos tiempo, alguien tiene que hacer el proceso de análisis de la realidad y dárnoslo condensado, masticadito, con la digestión ya hecha. Y esa función le corresponde a los medios de comunicación. Si éstos se empeñan de forma mayoritaria en una línea de interpretación de la realidad, esa línea tiende a triunfar.
¿Por ejemplo?
El caso de la guerra de Vietnam: el Viet Cong nunca ganó nada durante la guerra, salvo la guerra, y eso fue porque Estados Unidos perdió la batalla de las ideas en su territorio, no en el campo de batalla, y ahí tuvieron mucho que ver los medios de comunicación.
Desde entonces hasta hoy, hemos visto eso en más de una ocasión, y yo creo que en el futuro será aún más evidente. Los medios de comunicación influyen porque definen la realidad y porque cada vez más las empresas determinan los criterios sobre la función profesional de los periodistas.
¿Ha cambiado el modo de informar de los periodistas de información internacional por la extensión de Internet?
Sí, en la inmediatez. Antes, el periodista tenía más tiempo para documentarse aunque tenía menos acceso a la información directa. Eso hacía que el reportaje tuviera menos elementos de la realidad inmediata pero mayor documentación, mejor marco. Ahora el periodista tiende a ser más de agencia; te cuenta lo inmediato pero no siempre sabe cómo enmarcarlo correctamente.
¿Y los blogs, la información inmediata por Internet? ¿Supone un paso atrás por no tener el tiempo de añadir contexto a la noticia, ese marco del que habla usted?
Exactamente. Ahora se nos va el tiempo leyendo, pero al cabo de 20 horas de lectura hemos aprendido muy poco. ¿Por qué?, porque son datos de aquí o allá, que no siempre sabemos interpretarlos.
Hay un ejemplo, el del Wall Street Journal, que es uno de los cinco grandes diarios del mundo, el segundo en ventas de Estados Unidos, y el primero de los de calidad. Es un diario que tiene la tradición de publicar textos muy largos que recogen muchos aspectos relativos a una sola cosa. Otros medios, en cambio, sobre una crisis prefieren hacer tres o cuatro artículos breves pero distintos. El Wall Street Journal entiende que lo que tiene que hacer es dar a su lector una visión de conjunto lo más total posible de ese hecho. Creo que ese es el gran reto de la información de calidad en el siglo XXI: explicarnos una noticia, enmarcárnosla correctamente, con todo su trasfondo, con todas sus implicaciones.
¿Hace alguien es España ese análisis profundo?
El País tiene la tradición de publicar de vez en cuando grandes artículos sobre algún tema. Es un intento ambicioso que choca con el problema de que está tan cargado de ideología y de prejuicio que va mucho más allá de informar. El País no se plantea informar, la gran vocación de El País es formar.
Pero, ¿no es la información internacional la más desideologizada de un medio de comunicación? ¿Por qué habrá de aplicarse ideología a la información sobre lo que pasa en Bolivia?
Recuerdo cuando era joven, cuando vivía el general Franco y el régimen estaba muy activo, las páginas de internacional de los periódicos vivían en un mundo autónomo a los de la sección de nacional. Desde luego era un ambiente más fresco, más libre y uno podía acercarse a otras realidades con una mentalidad más abierta. En los años posteriores hemos viendo cómo esa distancia entre lo interior y lo internacional ha ido reduciéndose hasta desaparecer, y que ahora la voluntad de formación ideológica afecta tanto a las páginas de nacional como de internacional.
Yo creo, y es una mera especulación porque no me dedico a esto, que se debe al fenómeno general de la globalización. Es decir, hemos entendido que no existe política exterior y política interior, sino que sólo existe política, y que lo exterior afecta ya de forma definitiva a lo interior. Hablar de Bolivia en el fondo es hablar de España, y del papel de Estados Unidos en el mundo, y del papel de los organismos internacionales; por tanto, ya todo se ve con el mismo prisma y se busca emitir una visión coherente del mundo.
¿La información sobre Marruecos en España está ideologizada?
Sí, y de manera contradictoria porque dependiendo del día y del tema, se nos presenta Marruecos como un amigo o como un enemigo.
Hay un caso muy bonito: yo invito a cualquier persona a entrar en una hemeroteca y repasar la colección del diario El País sobre Marruecos. Este país pasa de ser atrasado y tener un gobierno dictatorial y corrupto que fomenta involuntariamente el islamismo y se convierte en un bloqueo para la modernización de su propia sociedad. Y de pronto se convierte en un país amigo, colaborador en la lucha contra el terrorismo, etcétera. Es el ejemplo de que criterios político-empresariales afectan al día a día de la redacción.
Le Monde, cuando habla de Marruecos y de África Occidental Francesa informa en ocasiones según conviene a la política francesa, como si esas zonas fueran su patio trasero…
Depende del momento, del director, de lo saneadas que han estado sus cuentas. Le Monde ha tenido momentos ilustres en su historia, pero ahora está en un momento muy bajo. Desde luego hay periodos que no son ejemplares en la historia de este periódico. Pero claro, en el discurso oficial francés siempre hay una contradicción permanente entre el interés por el tercer mundo y el dar cobertura a la política exterior francesa en África, la menos ejemplar de las conocidas.
Deme un caso que muestre esta dualidad.
La crisis de Costa de Marfil es una revuelta contra los intereses de Francia en la zona, contra el despotismo francés; bien, pues eso no nos lo están contando. Nos dicen que hay bandos, que hay unos y otros, pero no nos cuentan el papel que está jugando la reacción contra la influencia de Francia, y es fundamental. Eso es lo fundamental.
En términos generales, aunque sea injusto generalizar porque ha habido momentos en que los periódicos se la han jugado contra el Gobierno de turno, la prensa francesa es más francesa que prensa.
¿Está bien explicado dónde está Faluya o qué es el triángulo suní? Sabe el espectador de un telediario lo que necesita para entender una noticia.
Lo curioso es que ha habido momentos en que Televisión Española ha sido muy didáctica. Tanto durante la época de Franco como al principio de la democracia hubo un enorme esfuerzo por explicar: siempre había un mapa detrás del presentador con las ciudades fundamentales, pero hoy se cuida menos esto.
Yo creo que la gente no tiene ni idea de dónde está Faluya. Todos los días nos dicen que Irak es un desastre. Bien, en sólo cuatro de las 18 provincias hay muy serios problemas. ¿Cuántos ingleses han muerto en Irak desde que terminó la fase puramente militar?, muy poquitos. No hay realmente un esfuerzo por explicar por qué hay problemas en Mosul, y no los hay en el resto del Kurdistán.
¿Qué aconsejaría a un periodista español que se quisiera dedicar a la información internacional?
Le diría que ampliara estudios de historia internacional y de ciencia política. También que se acostumbrara a leer muchos otros periódicos y televisiones y que pasara temporadas en países donde tienen una larga tradición de información internacional, para aprender el oficio de quien lo conoce, no de quien debería mejorar.
Antes citó al Financial Times, algún otro medio que haga buena información internacional.
Bueno, la cadena de televisión por excelencia en este campo es la CNN International, que es diferente de la nacional. Dan informaciones distintas, porque la empresa entiende que la demanda a la que sirve cada una es distinta y no tiene ningún rubor en dar temas diferentes y dar opiniones contrarias en cada una.
El Financial Times, de nuevo, también es un caso interesante. De ser un periódico para la élite de la City, se adaptó a una clientela de las finanzas europea y estadounidense. Ahora sabemos que es el único periódico europeo posible porque es en inglés y tiene el rigor suficiente para que un húngaro o un francés lo quieran comprar. Ellos han entendido esto y han cambiado su línea editorial hacia posiciones cercanas a la izquierda moderada, en un giro puramente empresarial. No es un periódico conservador.
¿Qué opina usted de los periodistas empotrados con las tropas estadounidenses cuando éstas invadieron Irak?
Algunos mantuvieron un nivel profesional muy alto, gente con experiencia en otras guerras y que conocen lo que es un soldado en el campo de batalla: sus miedos, sus inseguridades, el no entender qué está pasando, el no saber qué va a ser de su vida en los próximos minutos y otros periodistas más jóvenes e inexpertos que no son capaces de entender lo que está ocurriendo. Éstos son los que se fijan en que el soldado está mirando las piernas de una periodista…
Un buen medio de comunicación colocara a su gente en todos los puntos posibles para así, sumando perspectivas dar una visión lo más amplia posible. Pero es una vergüenza que haya medios que nos quieran contar lo que pasa en Irak por una persona que no sale de la famosa “área verde” de Bagdad, sin mezclarse con la gente, lo que es lo mismo que si estuviera en Cincinnati.
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