Los líderes de la prensa mundial enarbolan el periodismo de calidad
Responsables de los
principales medios de comunicación internacionales analizan en el foro Paley
Center for Media los retos de la industria
“El periodismo tiene una misión que cumplir y el mundo lo necesita”. El
consejero delegado de The Economist, Andrew Rashbass, lanzó este
mensaje optimista en el International Media Council (IC1012), que
ha reunido en Madrid a directivos de los principales grupos de comunicación
internacionales para debatir sobre los retos de la industria periodística, su
adaptación al ecosistema digital, la democratización de las noticias, el
consumidor 3.0 y los modelos de negocio.
Organizado por el Paley Center for Media, el principal foro
independiente para la industria de los medios de comunicación en EE UU, y PRISA,
esta jornada se convirtió en una conversación global sobre la información en
tiempo real y la reinvención del periodismo. Los participantes admitieron que
no existe una receta mágica para garantizar la supervivencia del periodismo en
un mundo en permanente cambio. “Estamos entre la espada y la pared”, advirtió
Frank A. Bennack, vicepresidente y consejero delegado de Hearts Corporation y
presidente del Paley Center for Media.
Teléfonos móviles, ordenadores y redes sociales han creado una nueva
manera de abordar la información y de consumirla. La tecnología ha ayudado a
dar poder al individuo para transmitir sus ideas, pero no es la solución. “La
solución es el periodismo”, sentenció John Paton, primer ejecutivo de Digital
First Media, una red con más de 800 productos digitales e impresos
en 18 países. Paton planteó la necesidad de diferenciar entre contenidos (a
secas) y periodismo. Una idea que sobrevoló todos los debates y que se mezcló
con la que lanzó Pat Mitchell, presidenta y consejera delegada del Paley: hay
que reinventar el periodismo porque la gente demanda información en tiempo
real. Ante la irrupción del “ciudadano reportero” hay que responder de manera
distinta.
El papel de este nuevo actor de la comunicación se vio durante la
eclosión de la primavera árabe. Pero la directora de BBC News,
Helen Boaden, defendió el periodismo tradicional, el que desplaza a sus
reporteros a Homs para contar a la gente el conflicto sirio. “En Reino Unido,
la audiencia no estaba interesada en Siria hasta que mandamos a uno de nuestros
mejores reporteros”, aseguró. Para Boaden, los medios están sufriendo “una
transición dolorosa”, pero alertó del riesgo de subestimar a los periodistas de
televisión y del impacto informativo de este, todavía, poderoso medio.
“Twitter y Facebook se pueden utilizar para la primavera árabe, pero
¿después de eso qué?”, se preguntó Juan Luis Cebrián, consejero delegado de
PRISA y presidente de EL PAÍS. “Si no apoyamos al periodismo tradicional no
creo que tengamos tanta libertad de expresión”, apuntó. Nadie puso en duda que
las redes sociales ofrecen un torrente de información, pero ¿cómo saber si esta
es creíble?, planteó Katharine Viner, directiva de The Guardian. Wadah Khanfar,
presidente de The Sharq Forum y ex director general de
la red Al Jazeera, intentó arrojar luz: “Cuando empezamos a cubrir la
información de la primavera árabe utilizamos los contenidos de las redes
sociales por necesidad. No nos quedaba otra. El Gobierno no nos dejaba entrar
en Egipto. La única fuente era la de los activistas y blogueros. En principio
hubo una resistencia en la redacción a usar estas fuentes. Tuvimos que trabajar
para autentificar todas las noticias que nos llegaban desde las redes
sociales”. La tarea del periodista no fue solo comprobar la información, sino
ponerla en contexto. Y para abordar esta tarea, los participantes han defendido
la figura del periodista profesional. “¿Quién va a pagar por ello?”, planteó
Cebrián. “El periodismo profesional tiene que ser pagado. No nos va a
subvencionar Coca-Cola”.
De manera recurrente, los asistentes se preguntaron cómo hacer rentable
el periodismo en el entorno digital. “La verdadera respuesta no la tiene
nadie”, admitió la directiva de The Guardian. Su colega de BBC News recordó que
la cobertura del tsunami de Japón requirió muchos recursos económicos, porque
la información es un producto muy caro. En esta línea Kamal Bherwani, director
del Área Digital de PRISA, ironizó sobre el uso de las redes sociales, que
aportan lectores pero que son difíciles de rentabilizar para los medios:
“Trabajar con Facebook y Google es como nadar entre triburones: es entretenido
pero uno no sabe qué va a pasar después”. Andrew Rashbass, de The Economist,
insistió en la necesidad de combinar en la web la publicidad y el cobro a los
lectores. Y ante la mayoritaria apuesta por la gratuidad en la Red, lanzó un
provocador comentario al resto de directivos: “No veo un gran deseo en la
audiencia de volver a la rentabilidad”.
Para Rashbass la fórmula es coger lo mejor de la prensa tradicional y de
la digital. “En cinco años”, pronosticó, “la prensa impresa reducirá su
circulación significativamente”. Y allí estarán las tabletas para tomar el
relevo. Pero lo importante para el éxito comercial de cualquier publicación, en
su opinión, será mantener la independencia y ofrecerle al lector un producto
con valor, relevancia y diferenciación. “Nos aferramos al medio impreso porque
nuestra visión de lo que es posible es menos pesimista que la de otros”, aunque
admitió que en de 25 años “la impresión masiva en papel va a sonar a
dinosaurio”.
Todos coincidieron en que los nuevos soportes tecnológicos están
cambiando la forma de narrar las noticias. Richard Gingras, responsable de
productos informativos de Google, apuntó: “La redacciones tendrán que
replantearse cómo darle forma a una noticia que se puede consumir en forma de
artículo o de tuit”.
Los medios digitales tienen, además, que atender a una audiencia global,
como puso de manifiesto el director de EL PAÍS, Javier Moreno, al recordar que
en las informaciones sobre la reciente nacionalización de Repsol-YPF por el
Gobierno argentino, el 20% del tráfico de la página web del diario procedía de
las redes sociales. Para Moreno, fenómenos como Facebook y Twitter han
provocado un cambio repentino que “ha hecho trizas el ecosistema de nuestra
cultura”.
La jornada, que se celebró en el Caixa-Forum de Madrid, concluyó con un
encuentro con la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
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