jueves, octubre 13, 2011

New York Times: Manifestantes tienen la razón

Los manifestantes contra Wall Street 




Editorial The New York Times*


En un tiempo en que las protestas de "Ocupa Wall Street" se han expandido desde el Bajo Manhattan hasta Washington DC y otras ciudades, las clases complacientes con el sistema imperante se quejan de que los marchantes carecen de un mensaje claro y de prescripciones políticas específicas. 


El mensaje —y las soluciones—, sin embargo, debe ser obvias para cualquier persona que ha estado prestando atención desde que la economía entró en una recesión que continúa golpeando ferozmente a la clase media, mientras que los ricos se han recuperado y han prosperado. 


El problema es que nadie en Washington ha estado escuchando el mensaje. A este punto, el mensaje de la protesta es: la desigualdad en los ingresos está moliendo a la clase media, está aumentando las filas de los pobres, y está amenazando con crear una subclase de gente capaz, dispuesta pero desempleada. En un nivel, los manifestantes, la mayor parte de ellos los jóvenes, están dando voz a una generación que ha perdido las oportunidades que tuvieron las generaciones anteriores. 


El índice de desempleo para los graduados de la universidad, menores de 25 años, fue de un promedio de 9.6 por ciento el último año; para los graduados de la escuela secundaria, el promedio es del 21.6 por ciento. Pero eso no es lo peor, lo que esas figuras no reflejan es que los graduados están trabajando en empleos de bajos salarios que, incluso, no requieren diplomas. Tales perspectivas en los primeros años de su vida laboral solo pueden ofrecer un panorama de descenso social y económico —todo lo contrario a lo que existía en las décadas de los 1950 y 1960. 


Las protestas, hay que tenerlo muy en claro, son más que una sublevación de la juventud. Los propios problemas de los manifestantes son solamente una ilustración de cómo la economía (actual) no está funcionando para la mayoría de los norteamericanos. Ellos están totalmente correctos cuando dicen que el sector financiero, con los reguladores y los funcionarios electos en colusión, inflaron y se beneficiaron de una burbuja del crédito que estalló, costándole a millones de norteamericanos sus trabajos, sus ingresos salariales, sus ahorros y el valor de sus casas.  


Y mientras que los malos tiempos continúan, los norteamericanos también han perdido su creencia en la compensación y la recuperación. El ultraje inicial estuvo compuesto por los rescates financieros y por el hambre de los funcionarios electos por obtener de Wall Street el dinero en efectivo para sus campañas electorales, una combinación tóxica que ha reafirmado el poder económica y política de los bancos y de los banqueros, mientras que los norteamericanos ordinarios siguen sufriendo. 


La desigualdad extrema es el sello de una economía disfuncional, dominado por un sector financiero que es manejado mayormente por la especulación y el respaldo económico a los políticos en el gobierno como una inversión productiva —para su avaricia. Cuando los manifestantes dicen representar al 99 por ciento de norteamericanos, ellos se están refiriendo a la concentración de los ingresos en la sociedad de hoy en día, profundamente desigual. 


Antes de la recesión, la parte de los ingresos que tenía el 1 por ciento superior era el 23.5 por ciento, el más alto desde 1928 y más del doble del 10 por ciento que tenían en los últimos años 70's. Estos ingresos declinaron levemente cuando los mercados financieros se hundieron en el 2008, y las cifras actualizadas aún no están disponibles, pero desigualdad ha resurgido con toda seguridad. 


En los últimos años, por ejemplo, los beneficios corporativos (que fluyen en gran parte a los ricos) han alcanzado su más alto nivel como parte de la economía desde 1950, mientras que el pago a los trabajadores como parte de la economía está en su punto más bajo desde los mediados de los años cincuenta. 


Desigualdad extrema 
Los aumentos de la renta para los súper ricos no serían de preocupar si los ingresos de la clase media y los pobres también ganan. Pero las familias trabajadoras han visto declinar sus ingresos reales en la primera década de este siglo. La recesión y sus consecuencias solo han acelerado la declinación. 


Las investigaciones demuestran que tal desigualdad extrema está correlacionada a albergar una serie de males, incluyendo niveles inferiores del logro educativo, una salud más pobre y menos inversión pública. También sesga el poder político, porque la política refleja casi invariablemente las opiniones los norteamericanos de las clases ricas, en contra los de los norteamericanos de bajos ingresos. 


Entonces, no debe sorprender que Ocupa Wall Street se haya convertido en un imán para el descontento. 


Hay un montón de objetivos políticos para tratar los agravios de los manifestantes —incluyendo un alivio de las ejecuciones hipotecarias, un impuesto a las transacciones financieras, una mayor protección legal a los derechos de los trabajadores, e impuestos más progresivos. El país necesita un cambio en el énfasis del orden público, desde proteger a los bancos a fomentar el empleo total, incluyendo el gasto público para la creación de trabajos y el desarrollo de una estrategia a largo plazo para aumentar la fabricación doméstica. 


No es el trabajo de los manifestantes bosquejar la legislación. Ése es el trabajo de los líderes de la nación, y si ellos lo hubieran estado haciendo, no hubiera habido necesidad de estas marchas y reuniones. A causa de que no lo hicieron, las protestas del público son legítimas e importantes. Es también la primera línea de defensa en contra de un regreso a las maneras en cómo Wall Street hundió a la nación en una crisis económica de la cual aún tiene que emerger. 


Traducción: Luis Aguilar 
Texto original: http://www.nytimes.com/2011/10/09/opinion/sunday/protesters-against-wall-street.html?scp=1&sq=PROTESTORS%20AGAINST%20WALL%20STREET&st=cse

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